Hundertwasser. Arquitectura y naturaleza
Friedensreich Hundertwasser
(su verdadero nombre era Friedrich Stowasser) nació en Viena, en 1928. Murió en el año 2000. Siguiendo su voluntad, fue enterrado sin un féretro destinado a separarlo de la tierra. Sobre el suelo de su sepultura, se plantó un árbol. Según su creencia, ahora vive en el árbol que crece sobre el lugar de su regreso a la Gran Madre. Hundertwasser desarrolló su arte en dos dimensiones fundamentales: la pintura y la arquitectura. Su conciencia de ciudadano sensible, lo impulsó a reaccionar contra la asfixia y anemia de la arquitectura funcional, racionalista, de superficies rectas y lisas, huérfanas de toda ornamentación. Hundertwasser se rebeló contra el funcionalismo arquitectónico de Adolf Loos. Consideró que la arquitectura moderna está enferma, por lo que es necesario curarla.
Manifiesto del proyecto arquitectónico para
Francfort-Heddernheim
1. Aumento de la naturaleza en respuesta al asentamiento indiscriminado del paisaje.
2. Una vida en armonía con la naturaleza.
3. Aire del campo en vez de aire de la ciudad.
4. Anhelos de romanticismo y creatividad hechos realidad.
5. Tejados totalmente cubiertos de césped para andar y pasear por ellos.
6. Casas con sistemas de ahorro de energía, frescas en verano y cálidas en invierno.
7. Mejor calidad de vida para vecinos y no residentes.
8. Una salida creativa al punto muerto al que ha llegado la planificación urbana, que sentará un precedente mundial.
De hecho, estas innovaciones no son nada nuevo. Se trata de reconquistar la dignidad humana en la arquitectura, o, simplemente, reconquistar la dignidad humana. ¿A qué se debe el uso indiscriminado de la regla, si todo el mundo sabe que la línea recta es una quimera cómoda, pero peligrosa, que lleva a la ruina? Es increíble que los edificios sigan siendo inhumanos y antinaturales, aunque sea evidente desde hace décadas que la arquitectura Bauhaus se encuentra en un callejón sin salida.
La arquitectura Bahaus, que está en trasfondo de la arquitectura residencial, puede describirse como fría, carente de emoción, dictatorial, cruel, agresiva, blanda, estéril, austera, fría, prosaica, práctica, anónima y vacía hasta el aburrimiento: la quimera de la funcionalidad.
Las viviendas no deben abandonarse a la mafia de la arquitectura internacional, que está motivada por una política cultural y que hace el juego al esteticismo nihilista, frente a las personas.
No es tan breve, si una mafia del arte impone al gran público ( a través de los museos y las revista de arte) un estilo de pintura feo, en sentido negativo, de moda en ese momento. Las tendencias del arte moderno cambian cada año y no hace falta comparar, ni mirarla siquiera.
Pero cuando, esta mafia intelectual, enemiga del hombre y de la naturaleza, obliga a las personas a vivir durante generaciones en casas que proceden de proyectos perversamente modernos y con una construcción carente de inspiración, está cometiendo un delito permanente.
El sufrimiento obligado de los habitantes de estas casas dictatoriales forma la base de la miseria general, física y espiritual que sufre nuestra civilización occidental, el estado, la naturaleza y nosotros mismos. El arquitecto y el urbanista son hoy, más que nunca, débiles marionetas en manos de clientes sin escrúpulos.
Son criados y verdugos de los poderes fácticos de la producción en masa, de la mafia del dinero y de la política de poder. Como criminales de guerra, y, normalmente, en contra de su conciencia (si es que la tienen, acatan órdenes obedientemente y construyen campos de concentración en los que la naturaleza, la vida y el alma humana son destruidos sistemáticamente.
La utilización ciega, cobarde y estúpida de la línea geométrica recta ha convertido nuestras ciudades en baldíos desolados, desde el punto de vista estético, espiritual y ecológico.
la línea recta y sus derivados son úlceras cancerosas que envenenan, por igual, la planificación urbana y la salud física.
Nuestras ciudades son la realización de los caprichos dementes de arquitectos criminales que nunca hicieron el juramento hipocrático de la arquitectura: me niego a construir casas que puedan dañar a la naturaleza y a las personas.
Dos generaciones de arquitectos con mentalidad Bauhaus han destruido nuestro medio ambiente.
La llegada del urbanista ha afeado nuestras ciudades, el hombre ha perdido el contacto con la tierra.
El hombre vive aislado de la tierra y de su entorno natural.
Nos aislamos con cemento y plástico.
Ya ni siquiera permiten que el agua se filtre en el suelo urbano; al contrario, se la canaliza afuera. Tampoco dejan que nuestros muertos, que están enterrados a 12 pies de la capa de humus en ataúdes geométricos e impermeables, estén en contacto con las plantas o se conviertan en humus.
Por otra parte, la rentabilidad del complejo Hedderheim en su conjunto es enorme y, en lo referente a los cálculos sobre el coste del rendimiento de este complejo, se debe tener en cuenta lo siguiente: los datos sobre las necesidades ecológicas y creativas, los deseos de las personas y sus necesidades espirituales deben almacenarse en nuestros computadores y darles prioridad. Así, los medios informáticos se ponen al servicio de la arquitectura, el urbanismo, la economía, el transporte, la energía y la agricultura, para calcular lo que es barato y lo que es caro, lo que tiene sentido y lo que es perjudicial dentro del contexto general. La consideración de todos los datos disponibles, incluidos los ecológicos y otros datos, debe ser una condición previa a cualquier cálculo.
Por ejemplo, ¿qué objeto tiene construir una casa que es barata porque los proyectistas y arquitectos sólo sumaron el coste de los materiales, el solar y la mano de obra, pero por la que terminamos pagando tanto?
El precio no incluye otros gastos a los que habrá que hacer frente, aunque hubiera sido fácil tenerlos en cuenta igualmente; gastos crecientes de calefacción y aire acondicionado, aislamiento acústico y contra el polvo y la polución atmosférica. Simplemente porque, por poner un ejemplo, no se proyectó un tejado de césped desde el principio. Los costes aumentarán a consecuencias del vandalismo, la delincuencia, el descontento, las neurosis, el desempleo, los gastos de hospital, el éxodo de las ciudades, el amor propio y la dignidad heridos y el amordazamiento de la creatividad individual, provocado todo ello por una planificación errónea y por no haberse tomado en consideración los componentes ecológicos y creativos en su rica complejidad e interacción de conjunto.
Estos gastos se presentan sin duda, pero más adelante y a las proyectistas les será fácil ignorar las conexiones, causas y efectos; es decir, su responsabilidad.
Mi contribución creativa a la construcción de este complejo debe, pues, considerarse simplemente como un avance hacia la creatividad de cada individuo. La naturaleza, el arte y la creación son una unidad, nosotros la hemos separado.
Si violamos la creación de la naturaleza, si aniquilamos nuestra creación, nos destruiremos. Sólo la naturaleza incluirá los siguientes puntos:
1. Debemos aprender el lenguaje de la naturaleza, para comunicarnos con ella.
2. Debemos devolver a la naturaleza territorios que nos hemos apropiado y destruido ilegalmente; según el principio de todos los elementos horizontales que hay bajo el cielo pertenecen a la naturaleza, incluidos, tejados y carreteras.
3. Tolerancia de la vegetación espontánea.
4. La creación de la humanidad y la creación de la naturaleza deben reunificarse. La división de estas creaciones de la naturaleza deben reunificarse. La división de estas creaciones ha tenido consecuencias catastróficas para la naturaleza y el hombre.
5. La vida debe estar en armonía con las leyes de la naturaleza.
6. Somos simples huéspedes de la naturaleza y deberíamos comportarnos consecuentemente. El hombre es el parásito más peligroso que jamás haya asolado la tierra. El hombre debe volver a su nicho ecológico para dejar que la tierra se regenere.
7. la sociedad humana debe volver a ser una sociedad sin residuos. Porque sólo los que respetan y reciclan sus residuos en una sociedad sin residuos, transforman la muerte en vida y tienen derecho a continuar en esta tierra; pues respetan su ciclo y dejan que renazca la vida.
El hombre anhela inmensamente un hogar en armonía con la naturaleza y la creatividad humana. Pero, ese deseo tan comprensible es precisamente el que se niega a los residentes, especialmente a niños y alumnos. Los personas que siguen obligadas a vivir y aprender en viviendas prefabricadas de campos de concentración y en edificios carentes de inspiración, fríos e insípidos. ¿Qué sentido tiene poseer tantos materiales nuevos, si no lo utilizamos para devolver la naturaleza a la ciudad? Tenemos cemento, hormigón armado, plástico, brea, caucho sintético, acero inoxidable, arcilla expandida y mezclas de estos materiales, también materiales tradicionales como alquitrán, ladrillo, madera, caucho, etc.
Los arquitectos deberían aceptar el reto y construir un hogar que no esté solo destinado a las personas; sino, especialmente, al crecimiento espontáneo en la ciudad.
Un buen edificio debe lograr unir dos cosas:
La armonía con la naturaleza y la armonía con la creación humana individual.
Hace ya mucho tiempo que hemos hecho de la tierra nuestra esclava, con los resultados catastróficos que tan bien conocemos.
Ya es hora de que cambiemos los papeles, que nos situemos bajo la tierra y tengamos encima la tierra. Por supuesto, eso no significa vivir en cuevas oscuras y sótanos húmedos, todo lo contrario.
Podemos tener tierra y árboles sobre nuestras cabezas y tener luz, al mismo tiempo. Situarnos bajo la naturaleza significa, simbólica y literalmente, vivir en casas cubiertas de naturaleza; nuestro deber es restituir a nuestros tejados la naturaleza que destruimos al construir una casa. De esa forma, la naturaleza que hay en nuestros tejados es la parte de la tierra que destruimos al poner una casa en su lugar. Necesitamos barreras de belleza para engrandecer el mundo de nuevo. En vez de eso, destruimos el lugar en que vivimos y lo que queda de naturaleza salvaje. Y para llegar hasta allí, construimos feas carreteras que destruyen lo que hay entre medias.
Así, el mundo se vuelve feo y pequeño. Necesitamos barreras de bellezas con urgencias. Estas barreras de belleza consisten en irregularidades no reguladas y esta irregularidades no reguladas consisten, bien en vegetación espontánea, o en la creatividad del individuo.
(...) Durante décadas, se ha practicado una dura represión rectilínea del alma infantil, lo que ha supuesto la supresión de su creatividad en ciernes, simplemente, mediante una arquitectura agresiva y uniforme en la que nuestros jóvenes han tenido que pasar los años más importantes de su vida.
Los malos tratos mentales infligidos en escuelas construidas al estilo de los campos de concentración exceden, incluso, al castigo físico que estas escuelas representan.
Para las jóvenes generaciones de las últimas décadas, formadas en instituciones educativas y jardines de infancia hostiles a la naturaleza y la creatividad, los daños psicológicos permanentes son inmensos. Los niños son menos capaces todavía que los adultos de defenderse de un entorno planificado que destruye la vida del espíritu.
(...) Sólo nosotros hacemos paraísos con nuestra propia creatividad, en armonía con la creatividad libre de la naturaleza.
Viena, 14 de mayo de 1987.
Manifiesto en pro de la alteración individual de los edificios
Queridos amigos:
La gente me pregunta porque yo, un pintor, me entrometo en asuntos de arquitectura. Pero, además de pintor, soy también un hombre. Antes de sentarnos en cualquier sitio, limpiamos primero la silla, si está sucia. Si voy a entrar en una arquitectura sucia, primero tengo que limpiarla también. Y cuanto más sucia sea la arquitectura, con más fuerza y eficacia habrá que combatir su suciedad.
Entro en una casa como un hombre libre, no como esclavo. Sólo entonces puedo hacer cualquier otra cosa, como pintar, o decir algo. Hay otra razón muy importante por la que elijo Viene para atacar este abuso de cajas-prisiones, sobre todo porque soy austríaco. Por eso tengo una obligación moral, porque desde Austria se lanzó este crimen arquitectónico contra el mundo. Por tanto, las reparaciones deben proceder de Austria. El austríaco Adolf Loos trajo esta atrocidad al mundo. Fue en 1908 con su ingenioso manifiesto titulado "Ornamentación y crimen". Lo hizo con ¡buena intención!....pero Adolf Loos fue incapaz de prever lo que ocurría 50 años después. El mundo nunca se librará del demonio que Loos invocó.
Mi deber y el de todas las personas de Austria es el de reconocer y combatir la catástrofe desencadenada en este país hace setenta años. Cincuenta años más tarde exactamente, en 1958, en Seckaum leí mi "Manifiesto del enmohecimiento contra el racionalismo en la arquitectura". Ya Alemania se celebran continuos encuentros de arquitectos con conciencia, para los que la responsalidad de lo que hacen es una pesada carga. Pero no encuentran la solución. Sin embargo, he visto algunos edificios nuevos que no eran un simple producto de tableros del delineante. Esa es una buena señal. Pero, es menos que suficiente.
Volvamos a Loos. Es cierto que la decoración manida al uso era una mentira. Pero no un crimen. No por quitar aquella decoración las casas se volvieron más respetables. Loos tendría que haber sustituido aquella estéril decoración por vegetación. Pero no ocurrió así. El valoraba la línea recta, lo idéntico, lo liso. Ya tenemos lo liso. Todo resuma lisura. Hasta Dios. Porque la línea recta es atea. La línea recta es la única línea no creativa. La única línea que no se presenta ante el hombre como la imagen de Dios. La línea recta es el verdadero instrumento del demonio. Quien la utiliza, contribuye a la ruina de la humanidad.
¿Cómo será este fin? Ya hemos tenido un anticipo de lo que puede ser: entre diez y veinte psiquiatras en cada bloque de apartamento de Nueva York. Clínicas a rebosar, donde los enfermos no pueden ponerse bien, porque también las clínicas están construidas al estilo de Loos. Aumentan las enfermedades entre las personas encerradas en la estéril monotonía de las casas en hilera. Aparecen todo tipo de erupciones, úlceras, cánceres y muertes extrañas. Es imposible recuperarse en ese tipo de edificios. A pesar de la psiquiatría y de la seguridad social. El número de suicidios en la ciudades satélites van en aumento. Y los intentos de suicidio son incontables. Hay mujeres que no pueden salir durante el día como los hombres. Podríamos pasar horas enumerando las miserias que empezaron con Loos. El nihilismo de los internados se expresa en la disminución del deseo de trabajar y en el descenso de la producción, lo cual pueden seguramente confirmar los psiquiatras y estadistas. Porque la infelicidad se puede cuantificar también cifras y dinero. Así, el daño causado por los métodos racionales de construcción sobrepasa con mucho el ahorro aparente que se haya conseguido. Esto proporciona la prueba de que los edificios racionales se vuelven criminales, si se dejan como son. Hoy estoy en contra de la producción en serie como tal. Desgraciadamente, seguimos necesitándola por ahora. Pero dejar los objetos producidos en serie en el estado en que llegan a nosotros, es un signo de descontento personal, la prueba de que uno es esclavo.
¡Ayudemos a revocar las leyes criminales que reprimen la libertad de construcción creativa! La gente ni siquiera sabe todavía que tienen derecho a diseñar su propia ropa, su propia vivienda, tanto por fuerza como por dentro. Ningún arquitecto ni cliente en particular puede aceptar la responsabilidad de todo un bloque de apartamentos, ni tampoco la de una sola casa destinada a varias familias. Esta responsabilidad debe asignarse individualmente a cada residente, tanto si es arquitecto como si no. Deben levantarse todas las restricciones impuestas por las autoridades de inspección de edificios, por los contratos de arrendamiento, etc., que prohíban o pongan las limitaciones a las mejoras individuales en una casa. De hecho, el deber del estado es ofrecer ayuda financiera y apoyo a cualquier ciudadano que desee hacer modificaciones en los muros exteriores o dentro de la casa. El hombre tiene derecho a reclamar su epidermis arquitectónica. Con una condición: no debe afectar ni a los vecinos de los que llevan a cabo modificaciones, ni a la estabilidad de la casa. Pero, para esto tenemos técnicos expertos que pueden calcular todo con precisión. Los inquilinos y los propietarios deben tener opción a hacer mejorar en su casa. Sólo en el caso de que el siguiente inquilino no acepte esas modificaciones, volverá el apartamento a su estado original. Pero se puede afirmar, con una probabilidad del 90 %, que las mejoras individuales serán muy bien acogidas por el siguiente inquilino, pues tienen como objetivo hacer más humano el apartamento. Si no se aprueba una ley que autorice las modificaciones individuales en los edificios, la psicosis de prisión de los residentes internos seguirá empeorando y la situación tendrá un final fatal. Sólo hay dos opciones: la esclavitud absoluta o la rebelión contra las limitaciones a la libertad personal.
Tu derecho a la ventana. Tu deber hacia el árbol
El derecho a la ventana
El que vive en una casa debe tener derecho a asomarse a su ventana y a diseñar como le apetezca todo el trozo de muro exterior que pueda alcanzar con el brazo. Así será evidente para todo el mundo desde la lejanía que allí vive una persona.
Seckau, 1958.
Nos asfixiamos en las ciudades a causa de la contaminación atmosférica y la falta de oxígeno.
La vegetación que nos permite vivir y respirar está siendo destruida sistemáticamente.
Nuestra existencia está perdiendo dignidad.
Pasamos por delante de fachadas grises y estériles, sin darnos cuenta que estamos condenados a vivir en celdas de cárcel.
Si queremos sobrevivir, todos tenemos que actuar.
Cada uno de nosotros debe diseñar su propio ambiente.
No puedes quedarse esperando a que las autoridades te concedan el permiso.
Los muros exteriores te pertenecen tanto como tu ropa y el interior de tu casa.
Cualquier clase de diseño personal es mejor que la estéril muerte.
Tienes derecho a diseñar a tu gusto tus ventanas y los muros exteriores, hasta lo que alcancé tu brazo.
Hay que ignorar los reglamentos que prohíben o restringen este derecho.
Es tu deber ayudar a la vegetación a conseguir sus derechos con todos los medios a tu alcance.
La naturaleza debe crecer libremente donde cae la lluvia y la nieve; lo que está blanco en invierno, debe ser verde en verano.
Todo lo que se extiende en horizontal bajo el cielo, pertenece a la naturaleza. En las carreteras y los tejados deben plantearse árboles.
Hay que conseguir que se pueda respirar de nuevo el aire del bosque en la ciudad.
La relación entre el hombre y el árbol tiene que adquirir proporciones religiosas.
Así, la gente entenderá por fin la frase: la línea recta es atea.
Dusseldorf, 27 de febrero 1972.
Dictados de la ventana y derecho de la ventana
Algunas personas dicen que las casas consisten en paredes.
Yo digo que las casas consisten en ventanas.
Cuando se elevan casas diferentes unas al lado de otra, en la calle con todo tipo diferentes de ventanas, o razas de ventanas, nadie protesta.
Así puede aparecer una casa de estilo Art Nouveau, al lado de una casa moderna con ventanas cuadradas sin adornos, seguida a su vez de una casa barroca con ventanas barrocas. Pero, si los tres tipos de ventanas de las tres casas pertenecieran a una sola casa, esto se consideraría una violación de la segregación racial de las ventanas. ¿Por qué? Cada ventana individualmente tiene derecho a la vida.
Sin embargo, según el código dominante, si se mezclan las razas de ventanas, se infringe el apartheid de las ventanas. El Apartheid contra las ventanas debe terminar.
Porque la repetición de ventanas idénticas una al lado de la otra y una encima de otra como en un sistema de retícula es característico de los campos de concentración.
En la nueva arquitectura de las ciudades satelitales y en los nuevos edificios administrativos, en los bancos, en los hospitales y en las escuelas, la uniformidad de las ventanas es insoportable. Los individuos, que nunca son idénticos, se defienden contra los dictados de esta uniformidad, pasiva o activamente, según su constitución. Así, a través del alcohol y la drogadicción, el éxodo de la ciudad, la manía de la limpieza, la dependencia de la televisión, dolencias físicas inexplicables, alergias, depresiones y hasta el suicidio, o bien, por medio de la agresión, el vandalismo y el crimen.
Una persona que vive en un apartamento alquilado debe tener derecho a asomarse a la ventana y rascar la obra de albañilería que alcance con el brazo y se le debe permitir tomar un cepillo largo y pintar toda la parte exterior que alcance con el brazo. Así toda la gente podrá ver desde lejos que allí vive una persona diferente de la persona uniformada, esclavizada y prisionera que vive al lado.
22 de enero de 1990.
Médico de la arquitectura y La naturaleza no tiene defectos. Sólo el hombre los tiene
Médico de la arquitectura
Nuestras casas están enfermas desde que existen planificadores urbanos dogmáticos y arquitectos de ideas fijas. No caen enfermas, son concebidas y traídas al mundo en ese estado. Todas estas casas, que tenemos que soportar por miles, son insensibles, carecen de emoción, son dictatoriales, crueles, agresivas, lisas, estériles, austeras, frías y prosaicas, anónimas y vacías hasta el aburrimiento.
Son una quimera de funcionalidad, son tan deprimentes que los vecinos y los que pasan por allí caen enfermos.
Consideremos lo siguiente: de cada 100 personas que viven en una casa, 100 000 pasan cerca de ella todos los días: éstas últimas sufren tan como los vecinos de las casas, si no más, a causa de la impresión deprimente que produce la fachada de una casa sin vida. Pero los hospitales también están enfermos.
Los edificios uniformes, al estilo de los campos de concentración y los barracones, destruyen y uniformizan lo más valioso que una persona joven puede aportar la sociedad; la creatividad individual y espontánea. Si los arquitectos hubieran sabido curar estos edificios enfermos y causantes de enfermedad, no los habría llegado a construir.
Por eso hace falta una nueva profesión: médico de la arquitectura. La única tarea del médico de la arquitectura es la devolver la dignidad humana y la armonía con la naturaleza y la creación humana. Sin tener que destruir todo primero, sino mediante pequeños cambios en puntos estratégicos, y sin gran esfuerzo ni recursos monetarios- esto incluye desregular el curso regulado de los ríos, romper horizontes planos y estériles, convertir zonas de suelo en superficies desiguales y onduladas, dejar crecer la vegetación entre las separaciones del adoquinado y en las grietas de los muros, donde no molesta a nadie, modificar la forma de las ventanas y redondear irregularmente esquinas y bordes.
El médico de la arquitectura es el responsable de operaciones quirúrgicas más importantes, por ejemplo, derribar paredes, torres de posición y pilares. Simplemente se trata de reconocer el derecho a la ventana, a plantar hierba y árboles en los tejados, a dejar que las plantas trepadoras crezcan y a instalar árboles inquilinos.
Si dejas bailar a tus ventanas, diseñándolas en estilos diferentes, y si dejas que aparezcan todo tipo de irregularidades en fachadas e interiores, las casas se recuperarán, las casas empezarán a vivir.
Cualquier casa tiene cura, por fea o enferma que esté.
24 de enero de 1990.
La naturaleza no tiene defectos. Solo el hombre tiene defectos.
El hombre comete un error imperdonable, cuando piensa que tiene que corregir la obra de la naturaleza. No dice mucho a favor de una comunidad el hecho de que destruya extensas áreas de naturaleza; en cambio, debería ser motivo de orgullo para la comunidad la protección de la mayor extensión posible de naturaleza a su alrededor. Debemos conservar los arroyos, ríos, pantanos y marismas en su estada original y tratarlos como seres sagrados y sacrosantos.
La regulación de las corrientes de agua solo nos ha causado graves problemas por lo que pagamos un alto precio: reducción del nivel de las aguas superficiales, reducciones en la línea de los bosques de hasta 100 metros, desecación de grandes áreas de tierra y el agua no se puede regenerar porque fluye con demasiada rapidez. Las marismas ya no pueden actuar como esponjas absorbentes, a la manera de una nueva caja de ahorros en época de crisis; absorbiendo grandes cantidades de agua sobrante para soltarla lentamente en períodos de sequías.
Las corrientes reguladas de agua se convierten en alcantarillas.
Ya no quedan peces, porque no pueden remontar los canales regulados. La regulación del agua produce inundaciones de consecuencias devastadoras; enormes cantidades de agua fluyen a una velocidad tan excesiva que la tierra y la vegetación no llegan a empaparse ni a retener el agua.
Sólo una corriente de agua que discurra de forma irregular entre árboles de ribera será capaz de producir agua pura, regular el balance del agua y mantener peces y vida animal en beneficio del hombre y la agricultura.
Ahora, cuando es ya casi demasiado tarde, empezamos a comprender esta antigua sabiduría y hacemos explotar las rectas orillas de cementos de los cursos regulados de ríos y arroyos, para recrearlos en su estado original irregular. ¡Qué ironía!
¡Regular una corriente para desregularla después!
Mayo 1990
Biografía: Harry Rand, Hundertwasser, Benedikt Taschen, 1994.
(su verdadero nombre era Friedrich Stowasser) nació en Viena, en 1928. Murió en el año 2000. Siguiendo su voluntad, fue enterrado sin un féretro destinado a separarlo de la tierra. Sobre el suelo de su sepultura, se plantó un árbol. Según su creencia, ahora vive en el árbol que crece sobre el lugar de su regreso a la Gran Madre. Hundertwasser desarrolló su arte en dos dimensiones fundamentales: la pintura y la arquitectura. Su conciencia de ciudadano sensible, lo impulsó a reaccionar contra la asfixia y anemia de la arquitectura funcional, racionalista, de superficies rectas y lisas, huérfanas de toda ornamentación. Hundertwasser se rebeló contra el funcionalismo arquitectónico de Adolf Loos. Consideró que la arquitectura moderna está enferma, por lo que es necesario curarla.
Manifiesto del proyecto arquitectónico para
Francfort-Heddernheim
1. Aumento de la naturaleza en respuesta al asentamiento indiscriminado del paisaje.
2. Una vida en armonía con la naturaleza.
3. Aire del campo en vez de aire de la ciudad.
4. Anhelos de romanticismo y creatividad hechos realidad.
5. Tejados totalmente cubiertos de césped para andar y pasear por ellos.
6. Casas con sistemas de ahorro de energía, frescas en verano y cálidas en invierno.
7. Mejor calidad de vida para vecinos y no residentes.
8. Una salida creativa al punto muerto al que ha llegado la planificación urbana, que sentará un precedente mundial.
De hecho, estas innovaciones no son nada nuevo. Se trata de reconquistar la dignidad humana en la arquitectura, o, simplemente, reconquistar la dignidad humana. ¿A qué se debe el uso indiscriminado de la regla, si todo el mundo sabe que la línea recta es una quimera cómoda, pero peligrosa, que lleva a la ruina? Es increíble que los edificios sigan siendo inhumanos y antinaturales, aunque sea evidente desde hace décadas que la arquitectura Bauhaus se encuentra en un callejón sin salida.
La arquitectura Bahaus, que está en trasfondo de la arquitectura residencial, puede describirse como fría, carente de emoción, dictatorial, cruel, agresiva, blanda, estéril, austera, fría, prosaica, práctica, anónima y vacía hasta el aburrimiento: la quimera de la funcionalidad.
Las viviendas no deben abandonarse a la mafia de la arquitectura internacional, que está motivada por una política cultural y que hace el juego al esteticismo nihilista, frente a las personas.
No es tan breve, si una mafia del arte impone al gran público ( a través de los museos y las revista de arte) un estilo de pintura feo, en sentido negativo, de moda en ese momento. Las tendencias del arte moderno cambian cada año y no hace falta comparar, ni mirarla siquiera.
Pero cuando, esta mafia intelectual, enemiga del hombre y de la naturaleza, obliga a las personas a vivir durante generaciones en casas que proceden de proyectos perversamente modernos y con una construcción carente de inspiración, está cometiendo un delito permanente.
El sufrimiento obligado de los habitantes de estas casas dictatoriales forma la base de la miseria general, física y espiritual que sufre nuestra civilización occidental, el estado, la naturaleza y nosotros mismos. El arquitecto y el urbanista son hoy, más que nunca, débiles marionetas en manos de clientes sin escrúpulos.
Son criados y verdugos de los poderes fácticos de la producción en masa, de la mafia del dinero y de la política de poder. Como criminales de guerra, y, normalmente, en contra de su conciencia (si es que la tienen, acatan órdenes obedientemente y construyen campos de concentración en los que la naturaleza, la vida y el alma humana son destruidos sistemáticamente.
La utilización ciega, cobarde y estúpida de la línea geométrica recta ha convertido nuestras ciudades en baldíos desolados, desde el punto de vista estético, espiritual y ecológico.
la línea recta y sus derivados son úlceras cancerosas que envenenan, por igual, la planificación urbana y la salud física.
Nuestras ciudades son la realización de los caprichos dementes de arquitectos criminales que nunca hicieron el juramento hipocrático de la arquitectura: me niego a construir casas que puedan dañar a la naturaleza y a las personas.
Dos generaciones de arquitectos con mentalidad Bauhaus han destruido nuestro medio ambiente.
La llegada del urbanista ha afeado nuestras ciudades, el hombre ha perdido el contacto con la tierra.
El hombre vive aislado de la tierra y de su entorno natural.
Nos aislamos con cemento y plástico.
Ya ni siquiera permiten que el agua se filtre en el suelo urbano; al contrario, se la canaliza afuera. Tampoco dejan que nuestros muertos, que están enterrados a 12 pies de la capa de humus en ataúdes geométricos e impermeables, estén en contacto con las plantas o se conviertan en humus.
Por otra parte, la rentabilidad del complejo Hedderheim en su conjunto es enorme y, en lo referente a los cálculos sobre el coste del rendimiento de este complejo, se debe tener en cuenta lo siguiente: los datos sobre las necesidades ecológicas y creativas, los deseos de las personas y sus necesidades espirituales deben almacenarse en nuestros computadores y darles prioridad. Así, los medios informáticos se ponen al servicio de la arquitectura, el urbanismo, la economía, el transporte, la energía y la agricultura, para calcular lo que es barato y lo que es caro, lo que tiene sentido y lo que es perjudicial dentro del contexto general. La consideración de todos los datos disponibles, incluidos los ecológicos y otros datos, debe ser una condición previa a cualquier cálculo.
Por ejemplo, ¿qué objeto tiene construir una casa que es barata porque los proyectistas y arquitectos sólo sumaron el coste de los materiales, el solar y la mano de obra, pero por la que terminamos pagando tanto?
El precio no incluye otros gastos a los que habrá que hacer frente, aunque hubiera sido fácil tenerlos en cuenta igualmente; gastos crecientes de calefacción y aire acondicionado, aislamiento acústico y contra el polvo y la polución atmosférica. Simplemente porque, por poner un ejemplo, no se proyectó un tejado de césped desde el principio. Los costes aumentarán a consecuencias del vandalismo, la delincuencia, el descontento, las neurosis, el desempleo, los gastos de hospital, el éxodo de las ciudades, el amor propio y la dignidad heridos y el amordazamiento de la creatividad individual, provocado todo ello por una planificación errónea y por no haberse tomado en consideración los componentes ecológicos y creativos en su rica complejidad e interacción de conjunto.
Estos gastos se presentan sin duda, pero más adelante y a las proyectistas les será fácil ignorar las conexiones, causas y efectos; es decir, su responsabilidad.
Mi contribución creativa a la construcción de este complejo debe, pues, considerarse simplemente como un avance hacia la creatividad de cada individuo. La naturaleza, el arte y la creación son una unidad, nosotros la hemos separado.
Si violamos la creación de la naturaleza, si aniquilamos nuestra creación, nos destruiremos. Sólo la naturaleza incluirá los siguientes puntos:
1. Debemos aprender el lenguaje de la naturaleza, para comunicarnos con ella.
2. Debemos devolver a la naturaleza territorios que nos hemos apropiado y destruido ilegalmente; según el principio de todos los elementos horizontales que hay bajo el cielo pertenecen a la naturaleza, incluidos, tejados y carreteras.
3. Tolerancia de la vegetación espontánea.
4. La creación de la humanidad y la creación de la naturaleza deben reunificarse. La división de estas creaciones de la naturaleza deben reunificarse. La división de estas creaciones ha tenido consecuencias catastróficas para la naturaleza y el hombre.
5. La vida debe estar en armonía con las leyes de la naturaleza.
6. Somos simples huéspedes de la naturaleza y deberíamos comportarnos consecuentemente. El hombre es el parásito más peligroso que jamás haya asolado la tierra. El hombre debe volver a su nicho ecológico para dejar que la tierra se regenere.
7. la sociedad humana debe volver a ser una sociedad sin residuos. Porque sólo los que respetan y reciclan sus residuos en una sociedad sin residuos, transforman la muerte en vida y tienen derecho a continuar en esta tierra; pues respetan su ciclo y dejan que renazca la vida.
El hombre anhela inmensamente un hogar en armonía con la naturaleza y la creatividad humana. Pero, ese deseo tan comprensible es precisamente el que se niega a los residentes, especialmente a niños y alumnos. Los personas que siguen obligadas a vivir y aprender en viviendas prefabricadas de campos de concentración y en edificios carentes de inspiración, fríos e insípidos. ¿Qué sentido tiene poseer tantos materiales nuevos, si no lo utilizamos para devolver la naturaleza a la ciudad? Tenemos cemento, hormigón armado, plástico, brea, caucho sintético, acero inoxidable, arcilla expandida y mezclas de estos materiales, también materiales tradicionales como alquitrán, ladrillo, madera, caucho, etc.
Los arquitectos deberían aceptar el reto y construir un hogar que no esté solo destinado a las personas; sino, especialmente, al crecimiento espontáneo en la ciudad.
Un buen edificio debe lograr unir dos cosas:
La armonía con la naturaleza y la armonía con la creación humana individual.
Hace ya mucho tiempo que hemos hecho de la tierra nuestra esclava, con los resultados catastróficos que tan bien conocemos.
Ya es hora de que cambiemos los papeles, que nos situemos bajo la tierra y tengamos encima la tierra. Por supuesto, eso no significa vivir en cuevas oscuras y sótanos húmedos, todo lo contrario.
Podemos tener tierra y árboles sobre nuestras cabezas y tener luz, al mismo tiempo. Situarnos bajo la naturaleza significa, simbólica y literalmente, vivir en casas cubiertas de naturaleza; nuestro deber es restituir a nuestros tejados la naturaleza que destruimos al construir una casa. De esa forma, la naturaleza que hay en nuestros tejados es la parte de la tierra que destruimos al poner una casa en su lugar. Necesitamos barreras de belleza para engrandecer el mundo de nuevo. En vez de eso, destruimos el lugar en que vivimos y lo que queda de naturaleza salvaje. Y para llegar hasta allí, construimos feas carreteras que destruyen lo que hay entre medias.
Así, el mundo se vuelve feo y pequeño. Necesitamos barreras de bellezas con urgencias. Estas barreras de belleza consisten en irregularidades no reguladas y esta irregularidades no reguladas consisten, bien en vegetación espontánea, o en la creatividad del individuo.
(...) Durante décadas, se ha practicado una dura represión rectilínea del alma infantil, lo que ha supuesto la supresión de su creatividad en ciernes, simplemente, mediante una arquitectura agresiva y uniforme en la que nuestros jóvenes han tenido que pasar los años más importantes de su vida.
Los malos tratos mentales infligidos en escuelas construidas al estilo de los campos de concentración exceden, incluso, al castigo físico que estas escuelas representan.
Para las jóvenes generaciones de las últimas décadas, formadas en instituciones educativas y jardines de infancia hostiles a la naturaleza y la creatividad, los daños psicológicos permanentes son inmensos. Los niños son menos capaces todavía que los adultos de defenderse de un entorno planificado que destruye la vida del espíritu.
(...) Sólo nosotros hacemos paraísos con nuestra propia creatividad, en armonía con la creatividad libre de la naturaleza.
Viena, 14 de mayo de 1987.
Manifiesto en pro de la alteración individual de los edificios
Queridos amigos:
La gente me pregunta porque yo, un pintor, me entrometo en asuntos de arquitectura. Pero, además de pintor, soy también un hombre. Antes de sentarnos en cualquier sitio, limpiamos primero la silla, si está sucia. Si voy a entrar en una arquitectura sucia, primero tengo que limpiarla también. Y cuanto más sucia sea la arquitectura, con más fuerza y eficacia habrá que combatir su suciedad.
Entro en una casa como un hombre libre, no como esclavo. Sólo entonces puedo hacer cualquier otra cosa, como pintar, o decir algo. Hay otra razón muy importante por la que elijo Viene para atacar este abuso de cajas-prisiones, sobre todo porque soy austríaco. Por eso tengo una obligación moral, porque desde Austria se lanzó este crimen arquitectónico contra el mundo. Por tanto, las reparaciones deben proceder de Austria. El austríaco Adolf Loos trajo esta atrocidad al mundo. Fue en 1908 con su ingenioso manifiesto titulado "Ornamentación y crimen". Lo hizo con ¡buena intención!....pero Adolf Loos fue incapaz de prever lo que ocurría 50 años después. El mundo nunca se librará del demonio que Loos invocó.
Mi deber y el de todas las personas de Austria es el de reconocer y combatir la catástrofe desencadenada en este país hace setenta años. Cincuenta años más tarde exactamente, en 1958, en Seckaum leí mi "Manifiesto del enmohecimiento contra el racionalismo en la arquitectura". Ya Alemania se celebran continuos encuentros de arquitectos con conciencia, para los que la responsalidad de lo que hacen es una pesada carga. Pero no encuentran la solución. Sin embargo, he visto algunos edificios nuevos que no eran un simple producto de tableros del delineante. Esa es una buena señal. Pero, es menos que suficiente.
Volvamos a Loos. Es cierto que la decoración manida al uso era una mentira. Pero no un crimen. No por quitar aquella decoración las casas se volvieron más respetables. Loos tendría que haber sustituido aquella estéril decoración por vegetación. Pero no ocurrió así. El valoraba la línea recta, lo idéntico, lo liso. Ya tenemos lo liso. Todo resuma lisura. Hasta Dios. Porque la línea recta es atea. La línea recta es la única línea no creativa. La única línea que no se presenta ante el hombre como la imagen de Dios. La línea recta es el verdadero instrumento del demonio. Quien la utiliza, contribuye a la ruina de la humanidad.
¿Cómo será este fin? Ya hemos tenido un anticipo de lo que puede ser: entre diez y veinte psiquiatras en cada bloque de apartamento de Nueva York. Clínicas a rebosar, donde los enfermos no pueden ponerse bien, porque también las clínicas están construidas al estilo de Loos. Aumentan las enfermedades entre las personas encerradas en la estéril monotonía de las casas en hilera. Aparecen todo tipo de erupciones, úlceras, cánceres y muertes extrañas. Es imposible recuperarse en ese tipo de edificios. A pesar de la psiquiatría y de la seguridad social. El número de suicidios en la ciudades satélites van en aumento. Y los intentos de suicidio son incontables. Hay mujeres que no pueden salir durante el día como los hombres. Podríamos pasar horas enumerando las miserias que empezaron con Loos. El nihilismo de los internados se expresa en la disminución del deseo de trabajar y en el descenso de la producción, lo cual pueden seguramente confirmar los psiquiatras y estadistas. Porque la infelicidad se puede cuantificar también cifras y dinero. Así, el daño causado por los métodos racionales de construcción sobrepasa con mucho el ahorro aparente que se haya conseguido. Esto proporciona la prueba de que los edificios racionales se vuelven criminales, si se dejan como son. Hoy estoy en contra de la producción en serie como tal. Desgraciadamente, seguimos necesitándola por ahora. Pero dejar los objetos producidos en serie en el estado en que llegan a nosotros, es un signo de descontento personal, la prueba de que uno es esclavo.
¡Ayudemos a revocar las leyes criminales que reprimen la libertad de construcción creativa! La gente ni siquiera sabe todavía que tienen derecho a diseñar su propia ropa, su propia vivienda, tanto por fuerza como por dentro. Ningún arquitecto ni cliente en particular puede aceptar la responsabilidad de todo un bloque de apartamentos, ni tampoco la de una sola casa destinada a varias familias. Esta responsabilidad debe asignarse individualmente a cada residente, tanto si es arquitecto como si no. Deben levantarse todas las restricciones impuestas por las autoridades de inspección de edificios, por los contratos de arrendamiento, etc., que prohíban o pongan las limitaciones a las mejoras individuales en una casa. De hecho, el deber del estado es ofrecer ayuda financiera y apoyo a cualquier ciudadano que desee hacer modificaciones en los muros exteriores o dentro de la casa. El hombre tiene derecho a reclamar su epidermis arquitectónica. Con una condición: no debe afectar ni a los vecinos de los que llevan a cabo modificaciones, ni a la estabilidad de la casa. Pero, para esto tenemos técnicos expertos que pueden calcular todo con precisión. Los inquilinos y los propietarios deben tener opción a hacer mejorar en su casa. Sólo en el caso de que el siguiente inquilino no acepte esas modificaciones, volverá el apartamento a su estado original. Pero se puede afirmar, con una probabilidad del 90 %, que las mejoras individuales serán muy bien acogidas por el siguiente inquilino, pues tienen como objetivo hacer más humano el apartamento. Si no se aprueba una ley que autorice las modificaciones individuales en los edificios, la psicosis de prisión de los residentes internos seguirá empeorando y la situación tendrá un final fatal. Sólo hay dos opciones: la esclavitud absoluta o la rebelión contra las limitaciones a la libertad personal.
Tu derecho a la ventana. Tu deber hacia el árbol
El derecho a la ventana
El que vive en una casa debe tener derecho a asomarse a su ventana y a diseñar como le apetezca todo el trozo de muro exterior que pueda alcanzar con el brazo. Así será evidente para todo el mundo desde la lejanía que allí vive una persona.
Seckau, 1958.
Nos asfixiamos en las ciudades a causa de la contaminación atmosférica y la falta de oxígeno.
La vegetación que nos permite vivir y respirar está siendo destruida sistemáticamente.
Nuestra existencia está perdiendo dignidad.
Pasamos por delante de fachadas grises y estériles, sin darnos cuenta que estamos condenados a vivir en celdas de cárcel.
Si queremos sobrevivir, todos tenemos que actuar.
Cada uno de nosotros debe diseñar su propio ambiente.
No puedes quedarse esperando a que las autoridades te concedan el permiso.
Los muros exteriores te pertenecen tanto como tu ropa y el interior de tu casa.
Cualquier clase de diseño personal es mejor que la estéril muerte.
Tienes derecho a diseñar a tu gusto tus ventanas y los muros exteriores, hasta lo que alcancé tu brazo.
Hay que ignorar los reglamentos que prohíben o restringen este derecho.
Es tu deber ayudar a la vegetación a conseguir sus derechos con todos los medios a tu alcance.
La naturaleza debe crecer libremente donde cae la lluvia y la nieve; lo que está blanco en invierno, debe ser verde en verano.
Todo lo que se extiende en horizontal bajo el cielo, pertenece a la naturaleza. En las carreteras y los tejados deben plantearse árboles.
Hay que conseguir que se pueda respirar de nuevo el aire del bosque en la ciudad.
La relación entre el hombre y el árbol tiene que adquirir proporciones religiosas.
Así, la gente entenderá por fin la frase: la línea recta es atea.
Dusseldorf, 27 de febrero 1972.
Dictados de la ventana y derecho de la ventana
Algunas personas dicen que las casas consisten en paredes.
Yo digo que las casas consisten en ventanas.
Cuando se elevan casas diferentes unas al lado de otra, en la calle con todo tipo diferentes de ventanas, o razas de ventanas, nadie protesta.
Así puede aparecer una casa de estilo Art Nouveau, al lado de una casa moderna con ventanas cuadradas sin adornos, seguida a su vez de una casa barroca con ventanas barrocas. Pero, si los tres tipos de ventanas de las tres casas pertenecieran a una sola casa, esto se consideraría una violación de la segregación racial de las ventanas. ¿Por qué? Cada ventana individualmente tiene derecho a la vida.
Sin embargo, según el código dominante, si se mezclan las razas de ventanas, se infringe el apartheid de las ventanas. El Apartheid contra las ventanas debe terminar.
Porque la repetición de ventanas idénticas una al lado de la otra y una encima de otra como en un sistema de retícula es característico de los campos de concentración.
En la nueva arquitectura de las ciudades satelitales y en los nuevos edificios administrativos, en los bancos, en los hospitales y en las escuelas, la uniformidad de las ventanas es insoportable. Los individuos, que nunca son idénticos, se defienden contra los dictados de esta uniformidad, pasiva o activamente, según su constitución. Así, a través del alcohol y la drogadicción, el éxodo de la ciudad, la manía de la limpieza, la dependencia de la televisión, dolencias físicas inexplicables, alergias, depresiones y hasta el suicidio, o bien, por medio de la agresión, el vandalismo y el crimen.
Una persona que vive en un apartamento alquilado debe tener derecho a asomarse a la ventana y rascar la obra de albañilería que alcance con el brazo y se le debe permitir tomar un cepillo largo y pintar toda la parte exterior que alcance con el brazo. Así toda la gente podrá ver desde lejos que allí vive una persona diferente de la persona uniformada, esclavizada y prisionera que vive al lado.
22 de enero de 1990.
Médico de la arquitectura y La naturaleza no tiene defectos. Sólo el hombre los tiene
Médico de la arquitectura
Nuestras casas están enfermas desde que existen planificadores urbanos dogmáticos y arquitectos de ideas fijas. No caen enfermas, son concebidas y traídas al mundo en ese estado. Todas estas casas, que tenemos que soportar por miles, son insensibles, carecen de emoción, son dictatoriales, crueles, agresivas, lisas, estériles, austeras, frías y prosaicas, anónimas y vacías hasta el aburrimiento.
Son una quimera de funcionalidad, son tan deprimentes que los vecinos y los que pasan por allí caen enfermos.
Consideremos lo siguiente: de cada 100 personas que viven en una casa, 100 000 pasan cerca de ella todos los días: éstas últimas sufren tan como los vecinos de las casas, si no más, a causa de la impresión deprimente que produce la fachada de una casa sin vida. Pero los hospitales también están enfermos.
Los edificios uniformes, al estilo de los campos de concentración y los barracones, destruyen y uniformizan lo más valioso que una persona joven puede aportar la sociedad; la creatividad individual y espontánea. Si los arquitectos hubieran sabido curar estos edificios enfermos y causantes de enfermedad, no los habría llegado a construir.
Por eso hace falta una nueva profesión: médico de la arquitectura. La única tarea del médico de la arquitectura es la devolver la dignidad humana y la armonía con la naturaleza y la creación humana. Sin tener que destruir todo primero, sino mediante pequeños cambios en puntos estratégicos, y sin gran esfuerzo ni recursos monetarios- esto incluye desregular el curso regulado de los ríos, romper horizontes planos y estériles, convertir zonas de suelo en superficies desiguales y onduladas, dejar crecer la vegetación entre las separaciones del adoquinado y en las grietas de los muros, donde no molesta a nadie, modificar la forma de las ventanas y redondear irregularmente esquinas y bordes.
El médico de la arquitectura es el responsable de operaciones quirúrgicas más importantes, por ejemplo, derribar paredes, torres de posición y pilares. Simplemente se trata de reconocer el derecho a la ventana, a plantar hierba y árboles en los tejados, a dejar que las plantas trepadoras crezcan y a instalar árboles inquilinos.
Si dejas bailar a tus ventanas, diseñándolas en estilos diferentes, y si dejas que aparezcan todo tipo de irregularidades en fachadas e interiores, las casas se recuperarán, las casas empezarán a vivir.
Cualquier casa tiene cura, por fea o enferma que esté.
24 de enero de 1990.
La naturaleza no tiene defectos. Solo el hombre tiene defectos.
El hombre comete un error imperdonable, cuando piensa que tiene que corregir la obra de la naturaleza. No dice mucho a favor de una comunidad el hecho de que destruya extensas áreas de naturaleza; en cambio, debería ser motivo de orgullo para la comunidad la protección de la mayor extensión posible de naturaleza a su alrededor. Debemos conservar los arroyos, ríos, pantanos y marismas en su estada original y tratarlos como seres sagrados y sacrosantos.
La regulación de las corrientes de agua solo nos ha causado graves problemas por lo que pagamos un alto precio: reducción del nivel de las aguas superficiales, reducciones en la línea de los bosques de hasta 100 metros, desecación de grandes áreas de tierra y el agua no se puede regenerar porque fluye con demasiada rapidez. Las marismas ya no pueden actuar como esponjas absorbentes, a la manera de una nueva caja de ahorros en época de crisis; absorbiendo grandes cantidades de agua sobrante para soltarla lentamente en períodos de sequías.
Las corrientes reguladas de agua se convierten en alcantarillas.
Ya no quedan peces, porque no pueden remontar los canales regulados. La regulación del agua produce inundaciones de consecuencias devastadoras; enormes cantidades de agua fluyen a una velocidad tan excesiva que la tierra y la vegetación no llegan a empaparse ni a retener el agua.
Sólo una corriente de agua que discurra de forma irregular entre árboles de ribera será capaz de producir agua pura, regular el balance del agua y mantener peces y vida animal en beneficio del hombre y la agricultura.
Ahora, cuando es ya casi demasiado tarde, empezamos a comprender esta antigua sabiduría y hacemos explotar las rectas orillas de cementos de los cursos regulados de ríos y arroyos, para recrearlos en su estado original irregular. ¡Qué ironía!
¡Regular una corriente para desregularla después!
Mayo 1990
Biografía: Harry Rand, Hundertwasser, Benedikt Taschen, 1994.
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